Pese a la distancia, más de cien kilómetros, y el numero de
poblaciones atravesadas no tenemos gran cosa que contar.
Continuamos con el itinerario previsto; almuerzo en el Toboso y visita al museo del Quijote. Entre el pueblo de Dulcinea y Quintanar de la Orden solo mencionar que no fuimos capaces de descubrir las flechas que nos llevarían en línea recta hasta la Puebla de Almoradier, por lo que continuamos hacia Quintanar. Algunos problemas a la llegada y salida de esta población por la construcción de la circunvalación que solventamos sin mayor complicación.
Hasta Villacañas por carretera. En la Villa de Don Fadrique el grupo se desgaja en dos; Juan Bautista y yo continuamos por el centro de la población, continuando el resto por la circunvalación, ya no nos veremos hasta Tembleque.
A Villacañas entramos cruzando las vías del tren por una pasarela peatonal. En la cafetería situada en el parque junto a la estación, almorzamos ricamente. De postre un sabroso helado.
Salimos de la población por un bonito y solitario camino que bordeando un campo de aerogeneradores nos lleva a Tembleque, entrando junto a la iglesia de la Asunción.
Esa noche “comentamos” las incidencias de la jornada, como se había producido la segregación del grupo y como se habían seguido caminos separados, la conveniencia o no de realizar una visita más pausada a la poblaciones, la de seguir lo más fielmente posible el camino señalizado etcétera. Sigo pensando, al igual que entonces, que hacer kilómetros sin más, no es mi opción. Yo necesito “vivir” el camino, empaparme de las gentes y de las cosas por donde paso, incluso perder el tiempo en algún momento. No hablo ya de la necesidad de tomar notas o fotografías o recabar información. Estoy hablando de algo más que dar pedales.
Salida: El Provencio
Llegada: Tembleque
Época: Todo el año.
Porcentaje de ciclabilidad: 100%
Distancia: 100 Km.