Dejamos Molina
y su historia para continuar siempre hacia delante. Entre
subidas y bajadas vamos dejando atrás una sucesión de paramos,
vallejos y pequeños pueblos como Valsalobre o Terzaga, hasta
empezar una larga subida que, ya en su bajada, nos lleva al
valle del río Cabrillas y al pueblo de Checa, surcado por una
cicatriz que lo atraviesa de arriba abajo, producida en su
descenso por el arroyo Gil de Siloe. Ascendemos por un paisaje
oscurecido por los incendios y el color de la pizarra que
conforma el barranco del Cabrillas, son los últimos kilómetros
de la provincia de Guadalajara y de Castilla-León. Pronto
estaremos en una nueva Comunidad Autónoma, Aragón y en una de
sus provincias más olvidadas, Teruel.
Entramos en
Orihuela del Tremedal por una antigua calle empedrada, unas
mujeres tan viejas como la calle están sentadas al sol, a la
puerta de sus casas, con la costura en las manos, sus ropas
oscuras contrastan con el blanco de las fachadas encaladas.
Viejas de piel arrugada y ojos vivos, han estado ahí durante
siglos siendo testigos del devenir de la historia, son la
memoria colectiva.
Daremos un
paseo por sus calles antes de continuar, tenemos que tomar la
decisión de elegir por donde lo hacemos; por el puerto de
Orihuela o por Bronchales, las dos rutas atraviesan la sierra
del Tremedal y nos conducen a Nogera. Me decanto por la segunda,
así tendré la oportunidad de visitar un nuevo pueblo por el
que paso el Cid.
Torçieron
a Santa María e vinieron albergar a Fronchales
e el otro día vinieron a Molina posar.
Larga,
pronunciada e inacabable se torna la cuesta, pedaleo o mejor me
arrastro, arropado por un impresionante bosque de pino rodeno
cuyas umbrías son un alivio para nuestra marcha.
Passan las montañas, que son fieras e grandes
Por fin logro
coronar y a continuación la más impresionante bajada de todo
el viaje, donde los frenos sufren como no lo han hecho hasta
ahora. Ya llegamos a la aldea de Nogera, ¡que poco dura la
alegría en casa del pobre!. De los nogales solo queda el
nombre, unos pocos ejemplares de este árbol son mudos testigos
de lo que en otro tiempo dio origen al topónimo, el valor de la
madera y el éxodo rural son los causantes de este abandono.>
Ya es tarde y decido quedarme a pasar la noche, una pequeña casa
rural en el interior del pueblo, limpia y acabada de acondicionar
en la que soy el único inquilino. Recorrida la aldea, lo que
se hace en poco tiempo, en el bar del propietario del albergue doy cuenta de una cena,
buena y barata. Hacia tiempo que no descansaba en un pueblo
tal silencioso, ni gritos, ni automóviles, ni ladridos, han
roto el silencio.
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