La celtíbera y romana Uxama daría paso a
la medieval Osma, villa episcopal de El Burgo de Osma, surgida
con la restauración de la diócesis de Osma y la construcción de
la catedral en el año 1101. La Universidad de Santa Catalina en
el s. XVI y el Hospital de San Agustín a finales del XVII, junto
a la Plaza Mayor cien años posterior, conforman el núcleo del
casco urbano.
Citada por los escritores romanos Plinio,
Floro y Tolomeo, Uxama, "la situada en el alto" junto a Tiermes,
Clunia y Numancia forma parte de la herencia romana de la zona.
Construidas sobre otras celtíberas fueron impregnándose de la
cultura de roma, formando parte del Imperio Romano de Occidente
hasta su desaparición en el 476 d.C.
En época visigótica el vocablo Uxama ha
derivado a Oxoma, referenciado ya en 597, en uno de los
Concilios de Toledo, con la firma del obispo Juan.
Un monje cluniacense, el que será obispo
Pedro de Bourges, instaura la larga serie del episcopologio
oxomense.
La catedral
románica del siglo XII fue sustituida por la gótica en el
segundo tercio del siglo XIII. A mediados del XVIII, se solicito
un informe a varios arquitectos, como consecuencia de las
supuestas deficiencias que presentaba su fabrica, proponiendo
Ventura Rodríguez su derribo y la construcción de otra en estilo
clásico. Paradójicamente vino a salvarla el terremoto de Lisboa
que puso en entredicho las "supuestas deficiencias
estructurales".
Salimos como deberíamos hacer siempre de todas las ciudades, por
el carril bici, flanqueados por el río Ucero, que como hilo de
Ariadna nos conduce hacia nuestro destino.
Gormaz... días aciagos para esta hermosa fortaleza... de su
fuente ya no mana el agua. En su pasado esplendoroso fue la
fortaleza califal más extensa de Europa con mil metros de
perímetro, "... lo saludé, no con el entusiasmo del turista ante
una nueva belleza, sino con la unción del peregrino que alcanza
su meta..." Gaya Nuño.
Enclave habitado durante milenios, desde la edad del bronce
hasta la actualidad, fortaleza arévaca desde el siglo III a. de
C., hasta el siglo I (se han localizado cerámicas celtibéricas).
Su topónimo proviene de los visigodos, worms, (en germánico
aguas calientes) "... Gormaz proviene de Vormatio/Bormatin, que
deriva de la raíz ligur borm del dios Borbo-Bormanus, una
divinidad de las fuentes y manantiales termales que los romanos
identificaron con Apolo..." Ángel Almazán de Gracia[i].
En el siglo VII
se construye la ermita de San Miguel, con su pila bautismal
paleocristiana, de planta cuadrangular exterior y cruciforme
interior con fondo cóncavo. Durante la invasión árabe se
construirá el castillo y en época cristiana lo que hoy es Gormaz.
Sus paginas más gloriosas las escribirán Galib, Almanzor y el
Cid Campeador, su primer alcaide cristiano (concedido por
Alfonso VI en 1087).
Vinieron a Gormaz, un castillo tan
fuort,
I albergaron por verdad una noch.
Desde esta
altura tengo la sensación de encontrarme sobre un mar de trigo.
Es fácil imaginar cuan altivos y orgullosos se sentirían sus
moradores.
Atrás
quedan los paramos, dando paso a los campos de cereal y la vid
en dura batalla con él se abre paso poco apoco, al principio con
timidez, después con contundencia.
Pasados campos,
valles y pequeños bosque, un altozano, y de pronto la sorpresa
embarga al viajero. Berlanga. Uno no espera encontrarse de
pronto con lugares como este. La villa como una vieja dama ajada
por los años; decadente, arruinada, luce sus joyas descoloridas,
castillos y murallas. El tiempo, la desidia y el olvido se han
confabulado para hacer de Berlanga lo que es hoy.
a la casa de Berlanga posada presa han
Lo mejor, abandonarse a un paseo por sus calles intentando
que la memoria histórica y las sensaciones la descubran por
nosotros, sin prisa, aquí la velocidad y el ajetreo no tienen
cabida. Después, empaparnos de piedras, nobles maderas
cuarteadas por los siglos, lejanas voces judías y del secular
estoicismo de sus gentes, bajamos a descubrir una nueva perla:
la espectacular hoz del río Escalote. La fresca sombra de sus
álamos nos sirve de refugio para reponer fuerzas, teniendo como
centinela al castillo que, inmutable, desde su atalaya contempla
el devenir del tiempo.
Hoy en el cielo
se abren, como brochazos blancos entre nubes desgarradas,
franjas luminosas por las que a veces penetra el sol con
timidez.
La carretera enamorada del río avanza a su lado y juntos en una
copula de verdor y frescura, paren un hermoso bosque de
ribera.
La geografía se
suaviza dando paso a valles que se van sucediendo unos a otros,
casi sin solución de continuidad, pequeños pueblos, viejas
ermitas, van pasando dejando en el viajero una grata sensación
de paz y armonía.
La ermita de San
Baudelio, a nuestra derecha en un alto, bien merece una visita.
De finales del siglo XI, mozárabe y románica, su verdadera
belleza se encuentra en su interior al igual que en los hombres
de esta tierra, hombres de bien. En este pueblo deben de tener
una predilección especial por los perros, conté veintitrés, cada
cual de un pelaje y raza distintos. Me aventuro a pronosticar
que superan en numero a los habitantes humanos.
Después de Caltojar el Escalote se encajona por un angosto
cañón, hileras de chopos como soldados de un ejercito
silencioso, nos cortan el paso. Nos deslizamos entre sus
apretadas filas, sin hacer ruido para no ser descubiertos,
guiándonos por el pueblecito que esta situado al fondo, en un
otero, con un nombre de lo más descriptivo La Ribera del
Escalote.
Abandonamos el
valle y el paisaje se transforma. Del verdor a la aridez rojiza
del pedregal, de la vegetación exuberante al páramo yermo. Allí
solitario y altivo, rojizo y sólido, defendido por su
impresionante muralla, esta Rello. Por la única entrada que
permite su muralla, una sobria puerta en la torre cuadrangular,
penetramos en el corazón de este noble castellano. Mi intención
era la de pernoctar aquí, pero los dioses me juegan una mala
pasada, al día siguiente es fiesta en Soria y todo esta
cubierto.
-Por aquí cerca hay algún lugar para pasar la noche
-Sí señor, en Medinaceli
-No, si en Medinaceli ya sé, pero yo voy en bicicleta y me queda
un poco lejos.
-Mariaaa, Mariaaa..., pasado un rato a parece Maria, después de
explicar la situación, esta señora asegura con absoluta certeza,
sin atisbo de duda, que en Barahona hay un hostal.
Ante una frasca de vino y unos chorizos, riquísimos por cierto,
el animo mejorado, pienso que trece kilómetros no es tanto, me
hubiera gustado quedarme en el pueblo, pero todo viaje tiene sus
imponderables.
El atardecer se
pinta de rojo y violeta, las nubes que nos han respetado durante
el día, corren veloces y negras como si las esperarán en algún
sitio, el viento corta como una navaja. Más paramos pedregosos y
algunos campos de cultivo en barbecho nos separan de Barahona.
Asentada sobre un cerro cilíndrico, no especial mente atractiva,
destacando su maciza iglesia sobre el resto.
El local en penumbra, una niebla espesa producida por el humo de
los cigarrillos, se extendía flotando alrededor de los
parroquianos por todo el bar. El golpear de las fichas de domino
sobre los tableros de las mesas y las discusiones sobre la mejor
jugada producían un zumbido ensordecedor que atronaba la sala.
Mi presencia produjo el milagro del silencio, después solo un
ligero murmullo.
-Buenas tardes,
tiene usted habitaciones.
-No
-No le queda nada libre
-No, he quitao el hostal.
-Es muy tarde y con este tiempo necesito un sitio resguardado
para dormir
-No, en Medinaceli
-Pero oiga...
Intente
convencerlo con mil y un argumentos. Apelar a sus sentimientos
más nobles. Todo en vano, me conformaba con cualquier cosa, un
hueco donde refugiarme, donde fuera con tal de no pasar la noche
a la intemperie. No obtuve resultado.
Estaba
oscureciendo, la noche apunta ya por el este y Medinaceli está a
más de treinta kilómetros, y si esto no es suficiente, empiezan
a oírse ruido de tormentas al otro lado de los montes.
Lo intente de
nuevo buscando transporte para mi bicicleta y para mí, estaba
dispuesto a pagarlo bien, no era cuestión de pasar la noche a la
intemperie con ese tiempo, todo sin éxito.
Desalentado
reanudo el camino, todavía quedan más treinta kilómetros y la
oscuridad poco apoco se adueña del paisaje. Los pueblos gustan o
no, más que por su paisaje o sus monumentos, por la gente que
encuentras, por los recuerdos que te llevas.
Cerca ya de
Medinaceli, se abrieron los cielos arrojando toneladas de agua
sobre los habitantes de la tierra, entre los que me encontraba
yo, en medio del páramo, en ninguna parte, solo en la oscuridad
de la noche, saque un plástico que llevaba a mano intentando
protegerme. Las cortinas de agua, arrojadas con furia sobre el
asfalto, intentaban regresar otra vez a los cielos. Cuando acabo
la tormenta estaba empapado, el plástico no había servido de
mucho. ¿Por qué es tan caro el "Goretex"?.
Empapado y
perdida la curiosidad mi llegada a Medinaceli fue de lo más
fría, buscar un lugar donde cobijarme era lo más importante en
mi vida en ese momento.
Por fin, después
de una buena ducha caliente y ropa seca, recupere la dignidad
delante de un buen plato de chuletitas de cordero al ajillo
regadas con un buen caldo, y para resarcirme de la aciaga tarde,
una buena tarta de almendras con un buen lingotazo de licor.
[i]
Almazán de Gracia, Ángel.
Por tierras de Soria, La Rioja y
Guadalajara.
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