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Paso parte de la mañana
visitando el monasterio de la regla de San Benito, sobre todo su
impresionante claustro de finales del siglo XI. Su nombre lo
recibe de Domingo Manso que como abad llega a Silos en 1040
procedente de San Millán de la Cogolla ya con aureola de santo.
Durante mil años llenos de vicisitudes el monasterio ha ido
atesorando su más preciado bien, la biblioteca. Enmarcada por
el singular claustro realizado por artistas árabes, sus
capiteles de temas vegetales y animales de fina elaboración
sobre columnas dobles, lo alejan del resto del románico
peninsular. Antes de marchar echo una ojeada a la botica uno de
los conjuntos mejor conservados de la farmacopea española, con
sus tarros de cerámica de Talavera.
Bien provisto el espíritu después de
contemplar la belleza y armonía de este claustro, reanudo el
camino que en ligera pendiente de bajada me lleva al cruce de la
carretera y girando a la izquierda me introduzcoen el desfiladero de la
Yecha. La labor constante e implacable del arroyo del Cauce
sobre las calizas ha conseguido modelar esta estrecha garganta.
Esta acondicionada con escaleras y pasadizos suspendidos del vacío
para que podamos visitarla con comodidad.
La carretera en una continua subida nos
lleva al alto de la Covachuela, descenso, primero entre pinos,
después entre paramos salpicados por manchas de cereal llegamos
a Caleruega, villa natal de Santo Domingo de Guzmán. Después
de la muerte del santo Alfonso X el Sabio hizo construir una
iglesia de estilo gótico y reconstruyo la casa familiar como
convento para las monjas de San Esteban de Gormaz, convirtiéndose
desde julio de 1270 en monasterio de Dominicas contemplativas.
El edificio ha sufrido una serie de remodelaciones a lo largo de
su historia hasta llegar al estado actual. La maciza torre de
los Guzmanes construida a finales del siglo XI se encuentra en
el interior del patio del convento de Santo Domingo como mudo
testigo de otra época. Después de visitar el pueblo regreso al
convento para comprar los dulces que hacen las monjas de forma
artesana, y bien provisto de pastas para el camino, salgo junto
a su tapia a una buena pista de tierra en dirección este que
durante bastantes kilómetros nos va acercando a una antigua
ciudad, la romana Clunia Sulpicia.
Situada en el altozano, dominando los
campos circundantes, estuvo habitada en los tiempos pretéritos
por el pueblo arévaco, pueblo prerromano que junto a lusones,
belos, titos, lobetanos y pelendones formaban lo que los romanos
denominaban pueblo celtibérico. Clunia
era una de sus ciudades, junto a Ercavica, Segontia, Termantia,
Segreda y, una famosa en el mundo antiguo y que mantuvo en jaque
a los mejores generales romanos, Numancia.
Como llego a medio día, no puedo visitar
la ciudad, después de tantos siglos unas horas más, que
importa. Aprovecho el contratiempo para comer algo en el bar que
hay junto a la subida y espero a que llegue la funcionaria que
me acompañará.
En el año 206 a. J.C. se estableció la
provincia hispánica del imperio romano con dos áreas muy
extensas y diferenciadas: el Ebro hasta Zaragoza y Huesca; y el
Valle del Guadalquivir, en 197 a. J.C. se crean las provincias
Citerior y Ulterior y en el 154 estalla el conflicto con los
celtíberos que no acabara hasta la destrucción de Numancia allá
por el año 133 a. J.C..
Situada en la calzada
de Caesaraugusta a Asturica, con una extensión de 130 hectáreas,
pertenecía al Convento Jurídico Cluniense en la provincia
Tarraconensis de la Hispania Citerior. La menciona el itinerario
de Antonine y el cosmógrafo de Ravena como ciudad importante,
en ella se refugio Galga tras la derrota de Vindex y aquí obtuvo el titulo
de emperador a la muerte de Nero, lo atestiguan los sestercios
acuñados con la leyenda Hispania Clunia Sulpicia
Dura subida compensada con la vista de su
magnifico teatro excavado en la roca, uno de los mayores de la
península. Por desgracia la zona de mampostería ha
desaparecido, y en la actualidad se esta excavando la estructura
subterránea de la orquesta. Después Clunia, con su gran foro
de la época imperial y su basílica rectangular con dos filas
de columnas. Otro de los habitantes importantes de la ciudad fue
Tiberio (Roma 42 a.J.C.-Capri 37 d.J.C.) emperador romano,
sucesor de Augusto, Tiberio comenzó, de joven, la carrera política
y militar como Tribunado militar en Hispania Citerior, gobernó
en un periodo de relativa tranquilidad, después de los más de
doscientos años que necesitaron los romanos para pacificar la
península. Contemplar la vieja ágora romana, suscita el
respeto de los hombres de hoy.
Bordeamos los peñascos calcáreos del alto
de Castro hasta encontrarnos en Coruña del Conde. Nos sorprende
algo cuanto menos discordante, frente al castillo y la maciza
torre de la ermita románica, un... avión metálico a reacción
en lo alto de una columna. Un monolito nos ilustra del porque,
rinde homenaje al vecino y pionero de la aviación don Diego Marín
Aguilera. Cruzamos el puente romano y por una buena pista de
tierra que se desliza rodeada de campos de cereal nos vamos
adentrando en un paisaje donde las manchas de carrascas se hacen
cada vez más frecuentes y espesas. Dejamos la provincia de
Burgos y entramos en la de Soria. San Esteban es nuestra meta.
Ciudad fronteriza junto al Duero codiciada por españoles
cristianos y musulmanes durante centurias, los españoles hemos
perdido grandes cosas a lo largo de los siglos, con la guerra,
el odio, la intransigencia y el fundamentalismo religioso.
"Mandad coger la tienda e vayamos
privado, Ixiendos va de tierra el Campeador leal,
De siniestro Sant Estevan, una buena çipdad,
San
Esteban de Gormaz, sobre los cerros el castillo cristiano y la
fortaleza árabe de Castromoros. De ella decía Al-Himyarí que
era "... inaccesible a los más audaces...". En 1054
es conquistada por los cristianos con el Cid al frente, quizá
para desmentirlo.
San Miguel, cuna del románico porticado
construido hacia el año 1081 según deducimos de la inscripción
del canecillo central, aunque se cree que la nave es anterior,
mudéjar es la iconografía de los capiteles. San Esteban tiene
otros atractivos como la iglesia románica de la Virgen del
Rivero, el puente sobre el Duero, el molino de los Ojos y las
casonas solariegas de la calle Mayor. Un
paseo por sus calles nos transporta a otra época tan lejana
como 1187 año de celebración de las primeras Cortes de
Castilla.
De San Esteban, o mejor de sus hombres dice
el Cantar:
Los de Sant Estevan, siempre mesurados son,
Quando sabien esto, pesóles de coraçón;
A las fijas del Çid danles enffurçión.
Allí sovieron ellas fata que sanas son.
Continuamos
nuestro paseo hasta la puerta de castilla y junto al antiguo
arco de entrada a la villa reponemos fuerzas en el restaurante,
un apetitoso cordero a la brasa y el imprescindible ribera.
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