El sol, sorprende a hombres y maquinas dispuestos para una
nueva jornada. Primero por una pista de buen firme hasta
Usero, después por el legendario cañón del río Lobos.
El paso por los Sotos del Burgo es una lección de
arquitectura tradicional. Las casas, de madera y barro,
antiguas, siguen en pie, impertérritas, a pesar del frió y el
agua; casi abandonadas a su suerte, resisten heridas y heroicas
el paso del tiempo.
Detienen su marcha los viajeros en el centro de interpretación
del parque, al poco de pasar Usero.
Observan la maqueta del cañón, comprueban por dónde dirigirán
sus pasos y las dificultades que pueden encontrar.
Aprenden cosas que no sabían, una de ellas es que aparte de
sabina albar en el cañón lo que más hay es pino laricio, también
resinero, algo de silvestre acompañado de enebro, aliaga y
tomillo.
Se enteran también de que avantos y buitres son la misma cosa y
que en el parque anidan más de cien parejas.
Continúan y deciden almorzar en el bar del parque, esta cerrado.
Como solución de urgencia, unas barritas, que están muy bien
pero no es lo mismo.
A uno y otro lado paredes calizas, casi verticales, cierran el
paisaje. A la izquierda, grupos de chopos y olmos intentan
seguir el curso del río. Río que baja medio seco, llueve poco y
hace mucho calor, algunos lo achacan al cambio climático. En las
pozas, donde hay un poco más de agua, la superficie esta
cubierta de nenúfares con sus grandes hojas flotantes a las que
dan sombra los sauces.
Cruzan el río por un puente de madera para llegar a lo que dicen
es el punto equidistante de los dos puntos más extremos de la
geografía peninsular, los cabos de Creus y Finisterre. Y que en
la noche de San Juan se ve desde este enclave la constelación
Sagitta (La Flecha) señalando al norte el Camino de Santiago.
A parte de coincidencias geográficas y simbolismos templarios,
la ermita de san Bartolomé, cuya romería se celebra el 24 de
agosto, es una bonita iglesia de tendencias románicas y góticas,
de principios del siglo XIII e influencias cistercienses.
Más adelante, a la sombra de la pared caliza, descansan los
viajeros. Lo de descansar es un decir, el cañón atronaba con el
griterío de cientos de chovas piquirrojas. A lo lejos, por el
sendero vienen un grupo de excursionistas.
Un tramo de la ladera de la margen derecha pondrá a prueba su
habilidad en el manejo de la bicicleta. Cruzan el río, o lo que
queda de él, en varias ocasiones antes de llegar a la carretera
que une san Leonardo de Yagüe con santa María de las Hoyas. De
subida, no faltaría más.
Los viajeros al llegar a Santa María, ya tienen hambre,
paran en el primer bar que encuentran según van a mano derecha.
- Dos bocadillos de tortilla, calentitos si puede ser y dos
cervezas, grandes, heladas.
- Enseguida.
Se sientan, en la mesa de al lado un grupo de parroquianos,
almuerza y discute, de lo humano y lo divino, pero sobre todo de
fútbol.
Al otro lado, una mujer madura les mira con atención. Sobre la
mesa; un abultado cuaderno escrito con bonita letra, plagado de
recortes de folletos turísticos pegados entre las líneas del
texto. Al rato; interroga a los viajeros, pregunta por su
procedencia, su destino, por que han escogido esa ruta…
Los Viajeros, entre bocado y bocado que acompañan de cuando en
cuando con un buen trago de cerveza, van contestando a sus
preguntas.
Después, orgullosa, les enseña su particular guía de la zona, el
cuaderno que con cariño y tesón ha ido confeccionando.
Saca a colación el viajero las reseñas de sus viajes, que
también con cariño, elabora para una web.
- Pero oiga, no es lo mismo. Esto es una guía de verdad.
Con un mohín de desprecio; cierra el cuaderno, lo sujeta contra
su pecho y se va a su mesa.
Los viajeros se miran, pagan la cuenta y se van.
La carreterilla serpentea suavemente, a ratos entre pinares, a
ratos entre campos de labor, enlazando pueblos en los que no se
detienen los viajeros. Hace calor, el sol ya muy alto, deja caer
sus rayos casi verticales, apenas una ligera brisa suaviza el
ambiente. Entre tanto, el paisaje, amplio, amarillo y rojo de
rastrojos y barbechos, discurre sin trascendencia.
Salida: El Burgo de Osma
Llegada: Santo Domingo de Silos
Época: Todo el año.
Porcentaje de ciclabilidad: 100%
Dificultad: Media
Distancia: 82.6 Km.