La carretera lleva sin perdida hasta Retortillo. Primero
en dirección a Aranda, después por Alpedroches y Miedes.
A Miedes de Atienza, rodeado de antiguas y pastoriles
teinas, se le ve un pueblo señorial, debió tener un pasado
importante. Hoy, no supera los cuarenta vecinos.
A Miedes de Atienza y Retortillo los separa el bonito puerto de
la Pela. Casi al final, una moderna teina afea el paisaje.
En Retortillo almuerza el viajero: bocadillo de chorizo a
la sartén y dos cervezas. Por si acaso, otro de queso para el
camino.
En Tarancueña, dos viejos miran intrigados a los
viajeros:
- ¿Que de muy largo?
- De Murcia
- Coño, largo queda
- ¿El camino a Caracena esta bueno?
- Quia… no se puede pasar
- ¿Tan mal esta?
- Ya hace mucho que no pasa nadie
- Bueno, no estará tan mal cuando viene el paso como Ruta de
la Lana
- Ustedes prueben si quieren, pero… tendrán que volverse
El viajero piensa que exageran, que no será para tanto. Se
despide y continúa.
Al poco, junto a un viejo molino, el bonito camino se transforma
en senda que se vuelve intransitable para la bicicleta.
Opinan el viajero y su compañero, que es un camino suicida para
aquellos ciclistas poco bregados en estas lides.
Una mano sujeta la bicicleta al hombro. La otra, se sujeta con
desesperación a las rocas y yerbajos a su alcance. Abajo, el
río. Arriba, los buitres. Delante, el desfiladero.
Solo la visión del ábside románico de Caracena compensa
el sufrimiento. Pero aun queda subir al pueblo, no será fácil.
Por un senderillo, apenas apto para las cabras, hay que
arrastrar la bicicleta; y su equipaje, y el cansancio, y el
calor, y… seguramente estarán locos los Amigos del Camino de
Cuenca.
Siete vecinos, salvadora fuente y lavadero, sirven a los
viajeros para refrescarse de los sofocos del camino.
De Caracena salen ya por carreterilla de asfalto, es medio día,
el sol, cae a plomo, vertical e implacable. Más adelante, en un
recodo de la carretera junto al río, bajo unos chopos, se
detiene a comer algo y descansar.
Después de comer, a los viajeros les entra un sopor peligroso,
tratan de hacer la siesta. No lo consiguen, las moscas;
abundantes, concienzudas, pertinaces, se lo impiden. Se
levantan, extienden los mapas sobre una mesa – el lugar se
utiliza como campamento juvenil de verano-, sentados en un
banco, miran, miden distancias, sopesan posibilidades.
Deciden que irán por Gormaz al Burgo de Osma, en vez de a san
Esteban por Ínes y Olmillos.
La carreterilla discurre entre huertecillos de manzanos casi
asilvestrados; las manzanas, de color verde claro, brillantes,
con picaduras en la piel, estan ásperas y sosas, aún verdes.
Salida: Atienza
Llegada: El Burgo de Osma
Época: Todo el año.
Porcentaje de ciclabilidad: 100%
Dificultad: Alta
Distancia: 77.8 Km.