Con el nuevo día, recuperadas las fuerzas -es un buen hotel-,
aprovisionado de agua en la estupenda fuente municipal, continua
el viajero su camino. Tiene el viajero fijación por estas
fuentes y prefiere beber en ellas antes que de la red local.
Junto a las escuelas sale un camino, en buenas condiciones, que
lleva directamente a Salmerón.
Tras una importante bajada se llega a Salmerón. Bonito
pueblo, primero de la provincia de Guadalajara, con popular y
renacentista plaza mayor. Importante edificio gótico el de la
iglesia parroquial. Junto a la puerta de los Peregrinos parte el
camino. Lugar con lo suficiente, quizás algo justo, solo en un
bar nos pueden dar acomodo y no siempre.
Larga. Dura, la subida. El viajero, casi al final de la cuesta,
se sienta a descansar junto a unas coscojas, busca su cuaderno,
anota lo más importante, contempla las hermosas vistas sobre
toda la Hoya del Infantado.
Ya arriba se toma el camino de la derecha, por la ermita de san
Matías, siempre por la pista principal.
Huele a pino, a encina. Llega el viajero a un bidón; de los de
chapa, de doscientos litros, toma a la izquierda, hacia la casa
Briones.
Aquí se tienen dos opciones:
-una continuar junto al alambre de espino y tomar el camino
de más a la izquierda que, tras una prolongada bajada, lleva a
la fantasmal Villaescusa de Palositos. Reconvertida a
finca rural y poco receptiva a los caminantes, aunque el viajero
fue bien tratado y hasta le repusieron las reservas de agua,
elemento muy apreciado por estos lugares, pues lo traen en
garrafas.
-otra tomar el camino de la derecha que sale más allá de
Villaescusa hasta unirse al camino anterior.
El viajero contempla con aprensión la abandonada iglesia. Pasada
la casa principal, existe una fuente-abrevadero, que según
parece ya no es potable. Pasa una cancela. Campos de labor, el
cereal despunta incipiente; busca el sol, la luz. El camino
conduce a una solitaria casa en medio de los sembrados. Pasada
la casa, el camino gira a la izquierda; el viajero a la derecha,
más bien de frente, hacia unas encinas. Pasado el bosquete se
introduce en un abrupto barranco, estrecho, de pronunciada
bajada, al fondo la Tetas. Se abre el valle; sembrados, unas
casas abandonadas a su izquierda, una doble curva, un arroyo. Lo
cruza, el agua hasta la altura del pedalier, se moja, poco, pero
se moja.
Ya por carretera hasta la cercana Viana. Poco más a
destacar que la iglesia románica del s. XII.
Maldice el viajero su suerte. El bar cerrado, le consuela pensar
que el tiempo a igualado, al menos en algo, a ambos viajeros “…en
la posada no hay nada que comer…” dice don Camilo en su
Viaje a la Alcarria. Del cuarenta y seis al dos mil seis poco ha
cambiado en el pueblo en estos sesenta años.
Salida: Valdeolivas
Llegada: Cifuentes
Época: Todo el año.
Porcentaje de ciclabilidad: 100%
Dificultad: Baja
Distancia: 52 Km.