ruta de la lana
Quinta Jornada: Valdeolivas - Cifuentes
El viajero en Valdeolivas
El viajero en Valdeolivas


Con el nuevo día, recuperadas las fuerzas -es un buen hotel-, aprovisionado de agua en la estupenda fuente municipal, continua el viajero su camino. Tiene el viajero fijación por estas fuentes y prefiere beber en ellas antes que de la red local.
Junto a las escuelas sale un camino, en buenas condiciones, que lleva directamente a Salmerón.
Tras una importante bajada se llega a Salmerón. Bonito pueblo, primero de la provincia de Guadalajara, con popular y renacentista plaza mayor. Importante edificio gótico el de la iglesia parroquial. Junto a la puerta de los Peregrinos parte el camino. Lugar con lo suficiente, quizás algo justo, solo en un bar nos pueden dar acomodo y no siempre.

Larga. Dura, la subida. El viajero, casi al final de la cuesta, se sienta a descansar junto a unas coscojas, busca su cuaderno, anota lo más importante, contempla las hermosas vistas sobre toda la Hoya del Infantado.
Ya arriba se toma el camino de la derecha, por la ermita de san Matías, siempre por la pista principal.
Huele a pino, a encina. Llega el viajero a un bidón; de los de chapa, de doscientos litros, toma a la izquierda, hacia la casa Briones.
Aquí se tienen dos opciones:

    -una continuar junto al alambre de espino y tomar el camino de más a la izquierda que, tras una prolongada bajada, lleva a la fantasmal Villaescusa de Palositos. Reconvertida a finca rural y poco receptiva a los caminantes, aunque el viajero fue bien tratado y hasta le repusieron las reservas de agua, elemento muy apreciado por estos lugares, pues lo traen en garrafas.

    -otra tomar el camino de la derecha que sale más allá de Villaescusa hasta unirse al camino anterior.

El viajero contempla con aprensión la abandonada iglesia. Pasada la casa principal, existe una fuente-abrevadero, que según parece ya no es potable. Pasa una cancela. Campos de labor, el cereal despunta incipiente; busca el sol, la luz. El camino conduce a una solitaria casa en medio de los sembrados. Pasada la casa, el camino gira a la izquierda; el viajero a la derecha, más bien de frente, hacia unas encinas. Pasado el bosquete se introduce en un abrupto barranco, estrecho, de pronunciada bajada, al fondo la Tetas. Se abre el valle; sembrados, unas casas abandonadas a su izquierda, una doble curva, un arroyo. Lo cruza, el agua hasta la altura del pedalier, se moja, poco, pero se moja.

Ya por carretera hasta la cercana Viana. Poco más a destacar que la iglesia románica del s. XII.
Maldice el viajero su suerte. El bar cerrado, le consuela pensar que el tiempo a igualado, al menos en algo, a ambos viajeros “…en la posada no hay nada que comer…” dice don Camilo en su Viaje a la Alcarria. Del cuarenta y seis al dos mil seis poco ha cambiado en el pueblo en estos sesenta años.

Subida de Salmerón
Subida de Salmerón


La fuente no existe, el agua bajo mínimos, y para llegar a Trillo hay “dos tetas” de por medio. ¡Ah! Se olvidaba el viajero: desde Villaescusa; solo una flecha, clavada en medio del sembrado, antes del bosquete de encinas. Ahora sí, pasada Viana empieza a verlas y en abundancia.
…bajando por un barranco llega el viajero a Viana de Mondéjar, un pueblo color amarillo recostado sobre un monte romo, casi negro…” lee el viajero, medita.
Comienza una dura subida por una torrentera, senda estrecha, difícil, más con alforjas.
…la mula anda con cuidado, con mucha atención, y a su pisada ruedan, a veces, las piedras…” que bien lo describe don Camilo.

Al llegar a Trillo exclama el viajero: “sin almorzar y en Trillo, con dos cojones”. No es una expresión que utilice el viajero asiduamente, pero en este caso se merece.
Si alguien quiere trialeras que se venga por aquí, sí es con alforjas, mejor. Si la subida es dura, je, je, je, esperar a la bajada.
A si la describe don Camilo “…El viajero y su compañía cruzan el tajo y se meten por un sendero de cabras que sube al montecillo de la Dehesa…” “…En el monte de la Dehesa la vegetación es dura, balsámica, una vegetación de espinos, de romero, de espliego, de salvia, de mejorana, de retamas, de aliagas, de matapollos, de cantueso, de jaras, de chaparros y de tomillos; una vegetación que casi no se ve, pero que marea respirarla…

Come el viajero junto a la cascada del Cifuentes, “…La cascada del Cifuentes es una hermosa cola de caballo, de unos quince o veinte metros de altura, de agua espumeante y ruidosa. Sus márgenes están rodeados de pájaros que se pasan el día silbando…”, con el libro de don Camilo sobre la mesa, lee: “…Al llegar a Trillo el paisaje es aun más feraz. La vegetación crece al apoyo del agua, y los árboles suben, airosos… Esta tierra, con agua, parece un tierra muy buena; hasta se ve algún que otro castaño, de vez en cuando…”, no le queda al viajero más que estar de acuerdo. Recuerda otros tiempos y otros viajes, cuando comió en este mismo lugar en su ruta por el Tajo.

El camino, la carretera y el río remontan juntos hasta Gárgoles.
…es un pueblo huertano, con el terreno bien trabajado y la gente aplicada a su labor…”, añadir a la cita de Cela que en el pueblo hay fuente y lavadero que puede aprovechar el peregrino para hacer la colada.
Dos leguas separan Trillo de Cifuentes casi siempre acompañados por el río “…El Cifuentes es un río precoz, de poco tamaño y mucho agua, que va a caer al Tajo en Trillo; no tiene mucho más de dos leguas de curso, pero va lleno de agua; más lleno sin duda, que muchos ríos más largos. En el corto camino que corre, el Cifuentes va de cascada en cascada: salta lo menos medio centenar de veces por encima de las piedras…” Camilo José Cela.

Vidriera


Cifuentes
…Cifuentes, un pueblo hermoso, alegre, con mucho agua, con mujeres de ojos negros y profundos, con comercios bien surtidos…” c. j. Cela.
Añade el viajero, guardando la distancia: importante población dominada por el castillo. Plaza porticada; escalinata que nos lleva a la iglesia del Salvador, con valiosa portada románica dedicada al apóstol Santiago. Frente a la iglesia, la casa de los Gallos s. XVI y el convento de santo Domingo.

Busca el viajero alojamiento, lo encuentra. Le recuerda algo que ha leído. Piensa el viajero que el hostal donde se ha alojado, bien pudiera ser la Casa de la Sinagoga, que relata don Camilo.

Es hora de cenar, entra el viajero en el comedor, se sienta. En frente, en una mesa que esta junto a una vitrina con puertas de cristal y botellas en su interior, una mujer joven cena sola. Los ojos, oscuros; la tez, clara; el pelo, recogido, delgada. La mujer, al rato, se interesa por lo que hace el viajero, quizás por él mismo. Le pregunta de donde viene, a donde va, por que viaja en bicicleta. Y… su familia, su mujer… le deja andar solo por ahí. El viajero, parco en palabras, contesta con monosílabos. Temeroso, termina de cenar y se va. La vida del caminante esta hecha de renuncias.
Ya en la cama, le viene a la cabeza que pudiera estar en la Casa de la Sinagoga. Se duerme especulando con esta posibilidad; aunque, cartel o letrero alguno sugiera esta posibilidad.

 

Información

Guía Práctica

Salida: Valdeolivas
Llegada: Cifuentes
Época: Todo el año.
Porcentaje de ciclabilidad: 100%
Dificultad: Baja
Distancia: 52 Km.

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