Al monasterio de Irache se accede a través de Ayegui
en subida. Algunos estudiosos atribuyen sus orígenes a época
visigoda, lo cierto es que la primera referencia histórica es
del año 958. Una fuerte desilusión y congoja atenazan al
viajero, dos circunstancias se aúnan para ello; por un lado las
obras del monasterio hacen que andamios y lonas impidan su
contemplación, de otro la falta del rojo liquido que hoy no mana
de su famosa fuente única en el mundo de estas características.
Espera el viajero que solo sea un hecho circunstancial y no se
despoje a los peregrinos de tan reconfortante elemento.
En estas tribulaciones llega el viajero a Monjardín,
histórico castillo conquistado por Sancho Garcés I antes del 914
y donde la fantástica “Crónica de Turpín” narra la
derrota de Furro, caudillo navarro de origen sirio, a manos de
Carlomagno
“…Terminada la batalla y muerto Furro con tres mil y
sarracenos… entonces Carlomagno tomó el castillo de Monjardín y
toda la tierra navarra…”.
Reflexiona el viajero sobre las gestas de los hombres y los
designios de Dios según va cruzando los amplios campos
supuestamente regados con sangre franca, navarra, cristiana y
mora.
A los pies de la montaña, Villamayor. Después Urbiola
y Los Arcos, villa esta última a la que concede fueros
propios en 1175 Sancho VI el Sabio. Destacan el Hospital de
Santa Brígida y la magnifica torre de la iglesia de Santa María,
considerada la mejor del renacimiento navarro. Fue edificada a
mitad del XVI por Martín y Juan de Landerráin. Por el Portal de
Castilla, obra con fábrica del XVII y reformada después según
reza en inscripción hecha para la posteridad: “IHS Reinando
Felipe V que Dios guarde se reedificó este portal el año de
1739” abandona el viajero la población.
La Rioja, navarra de origen, paso definitivamente a manos
castellanas tras su conquista por Alfonso VI en 1076.
Se pasaba de manejar “coronados” a hacerlo con “maravedís”.
Se dejan atrás los oscuros bosques de pino negro y abeto de las
tierras altas para pisar campos ondulados sembrados de cereal.
Las robustas encinas y recios robles acompañados de boj en el
sotobosque desaparecen para dar paso a un paisaje apenas sin
árboles.
El camino cruzaba el Ebro por un puente de piedra de posible
origen romano. Restaurado al parecer por Juan de Ortega,
discípulo de Domingo de la Calzada para facilitar el paso de
peregrinos y viajeros. Nada queda ya del Antiguo, el actual,
también de piedra es del siglo XIX.
El viajero, que no esta para esos trotes, decide continuar hasta
algún lugar más tranquilo donde reposar sus extenuados huesos.
Y, ya a últimas horas de la tarde llega a Navarrete.
Fue una importante plaza fuerte castellana frente al reino
navarro. Recibirá fueros de Alfonso VIII en 1195. En su casco
urbano de apretadas callejas sobresale la mole de la iglesia
parroquial, edificio de tres grandes naves, construido en el
siglo XVI. Existió un hospital bajo la orden de San Juan, que
estaba ya en ruinas en el siglo XIX, en la actualidad solo su
portada y algún lienzo permanecen en pie formando parte de los
muros del cementerio como mudos testigos del esplendor de otra
época. Ventosa y su convento de San Antón refugio de caminantes.
Salida: Estella
Llegada: Nájera
Época: Todo el año.
Porcentaje de ciclabilidad: 100%
Dificultad: Media
Distancia: 79 Km.