La “Historia Silense” deja constancia de la intervención de
Santiago como caballero combatiente en la conquista de Coimbra
por Fernando I, uniendo la imagen de Santiago con la guerra
Santa, con la Reconquista.
El “Poema de Mío Cid” lo presenta como paladín cristiano en una
de sus estrofas:
“Vierais allí tanta lanza hundir y alzar traspasar y romper
tantas adargas quebrantar y desmallar tantas lorigas salir
tintos en sangre tantos pendones blancos, y a tantos caballos
espléndidos trotar sin sus dueños. Los moros gritan ¡Maoma!, y
los cristianos ¡Santiago! En muy poco tiempo cayeron muertos al
menos mil trescientos.”
Para el resto de los europeos será el legendario Carlomagno el
que libere el norte de España del dominio sarraceno. Según el
obispo Turpín se aparece el Apóstol a Carlomagno y le ordena
liberar el territorio que han de utilizar los peregrinos hasta
su sepulcro de Compostela.
“…El camino de estrellas que viste en el cielo significa de
estas tierras hasta Galicia has de ir con un gran ejercito a
combatir a las pérfidas gentes paganas, y a liberar mi camino y
mi tierra, y visitar mi basílica y sarcófago. Y después de ti
irán alli peregrinando todas los pueblos, de mar a mar, pidiendo
el perdón de sus pecados y pregonando las alabanzas del Señor…”
La batalla de Clavijo consolida al apóstol Santiago como adalid
de los ejércitos cristianos en su lucha contra los moros. Se
presenta montando corcel blanco; en una mano el estandarte de
alférez, en la otra, blande la espada con la que cercenará las
cabezas mahometanas, ganándose desde este momento el apodo de
“Santiago Matamoros”.