EL Río Tajo EN BICICLETA
Quinta Jornada: Estremera - Aranjuez

Aranjuez

Bien dormido y descansado se hace preciso un buen desayuno, lo difícil es encontrar donde. La cafetería del hostal, cerrada. Averigua el viajero que hay un bar abierto junto a la iglesia y allí se dirige. Entra y comprueba que solo tienen café. Nada sólido que echar al estomago. Hasta que un lugareño le confía el secreto: hay que ir a la panadería y comprar lo que se quiera. Pan o dulces, o ambos, luego traérselos a comer al bar.

Compra de uno y otro, pan y dulces; buenos por cierto, especialmente los hojaldres con miel.

Estremera es un pueblo bonito, Con casas blasonadas y su gran plaza cuadrada y una iglesia que desgraciadamente no puede visitar –Estaba en obras-.

Comprueba el viajero que esta en la Comunidad de Madrid y no sabe cuando ha sido. Repasa sus notas y confirma que entro anoche, a unos siete kilómetros antes del pueblo.

La carretera tranquila y recta. Sin tráfico. Casi sin enterarse esta en Fuentidueña de Tajo. Unos lienzos, aún en pie, de su castillo hacen pensar al viajero en tiempos mejores. El paso de la autopista la da algo de vida. Para continuar hay que elegir una de las dos márgenes. La izquierda abrupta y quizá sin pistas. La derecha más civilizada: huertas y segundas residencias. Caminos por la margen del río y la carretera de Villamanrique como recurso.

Por la segunda opción se decide el viajero. Por el camino cercano al río que, durante algunos kilómetros y unos cuantos cruces, termina por llevarlo a un carrizal sin salida en una amplia curva del Tajo. Decididamente los caminos agrarios no son su fuerte. Desanda lo andado y decide buscar la carretera. Así no se perderá.

Pensada y ejecutada para machacar las posaderas de los ciclistas –piensa el viajero-. Curiosa carretera, tiene dos clases de mojones: unos sólidos, de pétreo granito. Los otros; livianos modernos y antiestéticos. Más visibles para el dios automóvil. Difieren, además, en la distancia que indican. Haciendo cálculos –en algo hay que entretenerse- unos tres kilómetros más los modernos.

Tras una curva y por sorpresa a parece el azud y el abandonado convento de Buenamesón.

Desde Zorita el Tajo ha ido ensanchando su valle, en especial después de Estremera.

Ahora los meandros son amplios y abundantes. Ha cambiado su color, el verde se torna más grisáceo y pierde transparencia. En su margen izquierda, escarpes yesíferos y barrancos. En la derecha cultivos de regadío, en esta época en barbecho. Que poco se parece a la vega del Segura.

De sopetón, aparece Villamanrique. Se decide hacer un alto y reponer fuerzas en el bar Salvi: Unas aceitunas, sangre frita y tortilla de patatas será suficiente. Para acompañar, una cervecita. Lo cobra todo el camarero como si fuera marisco y del bueno.

Pregunta el viajero a los parroquianos por la mejor forma de llegar a Aranjuez, en bicicleta claro. ¿Sin tráfico y con tranquilidad?. Todos coinciden en el mismo itinerario: el canal de riego hasta la carretera de Villarrubia y a continuación por la carretera hasta Aranjuez.

Confirmado. Después del pino el segundo camino a la izquierda. En el kilómetro 12 de piedra y en el 13 de chapa –no mantienen ya los tres kilómetros, no debieron utilizar el mismo metro en su construcción-. Camino de servicio del canal de riego de Estremera. Esta asfaltado.


Aranjuez

Paisaje algo triste. Cerca: el canal, seco, sin agua. Detrás: los ocres campos en barbecho. A lo lejos: el río, custodiado por una hilera de árboles desnudos. Haciendo "eses", imposibilitados de seguir la línea recta como mandados por un general borracho.

Villaconejos, –lastima de no estar en verano para probar sus afamados melones-. Al poco un letrero indica: área de pic-nic, se nota que estamos en la Comunidad de Madrid. El viajero decide almorzar, que es algo más español.

Desde el castillo de Oreja toda la vega presenta un aspecto algo desolado, los campos sin cultivar, en barbecho. La vegetación amarillenta y quemada por el frío, rala, con miedo a crecer y desafiar a la escarcha. Solo hay árboles, deshojados y grises, a la orilla del río y en algunas lindes. En cambio todo esta lleno de pajarillos, que pían sin cesar, a uno y otro lado del camino. Dan pequeños vuelos, cortos y continuos, delante de la bicicleta. Muestran el camino al viajero.

Aranjuez; el Molino y el Palacio. Jardines y viveros. La Casa del Labrador y la Casa de Marinos. Nada puede ver el viajero.

-Están prohibidas las bicicletas. Ordenes son ordenes. Gesticula alelado un uniforme.

-¿Y el cerebro, para que sirve?. No ven ustedes que voy en viaje, que vengo siguiendo al padre Tajo desde su nacimiento. Cañones y gargantas, páramos y presas, fríos y escarchas. Nada le ha impedido el paso salvo la estupidez humana.

En 1766, Fernando VI, ordenó trazar el plano de una nueva población, Aranjuez. Fue refugio, para el rey Carlos III, en el motín de Esquilache, asustado por la violenta reacción del pueblo de Madrid. El Motín de Aranjuez acabó con Godoy, y forzó la abdicación de Carlos IV en favor de su hijo, que reinaría como Fernando VII.

Información

Guía Práctica

Salida: Estremera
Llegada: Aranjuez
Época: Todo el año.
Porcentaje de ciclabilidad: 100%
Dificultad: Media
Distancia: 65 Km.

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