EL Río Tajo EN BICICLETA
Tercera Jornada: Zaorejas - Sacedón

Cañón del Cabrillas

Hay una sola tienda, cuatro metros en cuadro; estanterías metálicas en la pared, algunos productos aquí y allá. Un mostrador frigorífico.

-Buenos días, chorizo de la tierra.
-Eso de ahí. –Dice la mujer señalando el mostrador-.
-¿Esto?
-Sí.

Imperial El Pozo, lee el viajero en la etiqueta. Desconcertante tener que venir de Murcia a Zaorejas para comprar embutido que manufacturan en Alhama, a pocos kilómetros de la capital. Una caja de quesitos y una tableta de chocolate servirán en caso de necesidad.

En el bar, el viajero pregunta a los paisanos el mejor modo de seguir río abajo. El desacuerdo unánime; unos que sí, otros que no, discuten sobre la continuidad de las pistas. Cruzar el río, sí o no. Por donde. Hay que ir por Huertapelayo y Armallones. No, por el puente de Tagüenza hasta Ocentejo. Alguien propone llamar por teléfono a los forestales. Se hace, no aclaran nada.

El viajero ante la indecisión decide perderse esta parte del río. Ira directamente a Trillo por Villanueva de Alcoron.

En esta parte, el río es difícil.
J.L. Sanpedro lo describe así: “... de la Bajadilla al puente de Tagüenza –de un solo arco a treinta metros de altura, estribado sobre la roca viva- hay apenas ocho kilómetros de río, pero exigieron casi diez días por los malos estrechos de las Huelgas, el Pie Labro y Portillo Rubio...”

Páramos tendidos en inacabables ondulaciones donde el cierzo y las cornejas campan a sus anchas. Entre los cerros chaparras encinas pegadas al suelo, pidiendo perdón por crecer en reinos ajenos, salpican un paisaje gris y silencioso alegrado aquí y allá por verdosas manchas de austero cereal.


La Escaleruela

Villanueva de Alcoron. Pueblo importante, con iglesia, banco y dos bares. Almuerza el viajero un buen bocadillo de chorizo, esta vez de la tierra y lo acompaña de vino, también de la tierra pero no tan bueno.

Un sonido, al principio extraño. No es la bicicleta y es cada vez intenso. Son grullas, pero no logra verlas, la cacofonía le acompaña varios kilómetros. Malas vecinas para quien guste del silencio.  

Trillo, partido en dos por el Tajo. Casi una capital en época de los gancheros. Hoy un pueblo grande. El viajero decide comer al sol, frente a la cascada del Cifuentes mientras este se precipita en el Tajo. Se hace tarde y hay que llegar a Durón. La carreterilla que abandona el pueblo –en subida, como siempre después de comer- pasa un puente, quizá romano. Dicen que los romanos ya utilizaban estas aguas, buenas para el reuma. Por algún lado deben de estar la famosas Tetas de Viana –no se pierda el lector por el topónimo- pero no se ven. Ya estamos en la Alcarria. El río ya más tranquilo. Tras el esfuerzo, el sosiego: campiñas que ganan terreno a los páramos, el cauce ensanchado, sotos y carrizales le acompañan, enormes presas construidas para dar de beber a la sedienta tierra, tenues dehesas anunciando otras mayores, ya por tierras extremeñas y lusitanas.

La carretera se desliza ondulante junto al pantano, deposito refrigerante para la central nuclear. Pasan los kilómetros y el tiempo, quedan atrás pequeñas poblaciones entre campos en barbecho y carrascas. El campo, donde no esta labrado, esta rebosante de espinos, romero, espliego, retama, jara y tomillo, buenas todas para la sana miel de la Alcarria.

Durón aparece a la derecha, a los pies de un cerro. Hay una especie de casa rural –La Cabaña- donde dan alojamiento. Por desgracia las obras de la vecina carretera han completado el hospedaje. El viajero se informa que en Pareja podrá dormir.


Trillo

Oscurece. A lo lejos: Pareja sobre un cerro. Habrá que subir.

Lo primero, preguntar a un vecino por la pensión.

-Pues no señor. No hay en el pueblo ningún hostal o pensión.
-En Durón me han dicho que sí.
-Si señor, había dos, pero las han cerrado.

Prácticamente es noche ya y hasta Sacedón hay más de una docena de kilómetros. No queda más remedio que andarlos a oscuras.

La luna recorta con su cincel plateado el contorno de los cerros, desdibujando el resto del paisaje hasta hacerlo desaparecer. Algunas urbanizaciones –es viernes- salpicadas a la orilla de la carretera hacen aumentar el tráfico.
A la derecha un cruce, ¡por fin Sacedón!. Su iglesia, su plaza con reloj, su carretera bulliciosa. Se aloja el viajero en el hostal-restaurante Mariblanca. En el elegante comedor algunas fotos de hombres famosos, entre ellas, la de Cela en su –nuevo- viaje a la Alcarria.

Guía Práctica

Salida: Zaorejas
Llegada: Sacedón
Época: Todo el año.
Porcentaje de ciclabilidad: 100%
Dificultad: Media
Distancia: 100 Km.

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