De nuevo el viento; en contra, persistente, enérgico y desagradable. Piensa el viajero que su suerte no es todo lo buena que desea. Contaba con bajas temperaturas y buen tiempo. Pero tenia que haber previsto lo del viento. Por algo estamos en La Mancha la tierra de los molinos: ¡molinos de viento!
Se desarrolla durante el s. XV la sociedad daimieleña.
Proliferan las hechiceras en los s. XVI y XVII lo que obliga a
emplearse a fondo a la Santa Inquisición no pudiendo evitar el
sambenito de “Daimiel pueblo de brujas”. En 1887 se le concede
el titulo de ciudad por la Reina regente Maria Cristina.
No podemos dejar de visitar gótica la iglesia de Santa María La
Mayor de finales del s. XIV que alberga en su interior el
barroco Cristo de la Expiración.
¡Por fin! El viajero recorre si primer camino balizado con la señalización que había venido buscando. Algo más de ocho kilómetros restan de pedaleo hasta las tablas. Y treinta los que lleva recorridos, aunque a él le han parecido muchos más. El viento y él no se llevan demasiado bien.
Las primeras referencias sobre Las Tablas de Daimiel las
encontramos en el libro de la caza de 1325, escrito por el
infante D. Juan Manuel, aunque en las Relaciones Topográficas
que mando hacer Felipe II en 1575 se da una relación mucho más
detallada. Pero será en el siglo XX cuando alcance su fama de
magnifico cazadero de aves acuáticas con las cacerías de Alfonso
XII y su hijo Alfonso XIII.
Declarado Parque Nacional en 1973, tiene una extensión de 1928
ha., son el último representante de un ecosistema denominado
como tablas fluviales. Estos humedales eran característicos de
La Mancha hasta los años 60, las formaban el desbordamiento de
los ríos en sus tramos medios, en este caso el Cigüela
estacional y de aguas salobres y el Guadiana permanente y de
aguas dulces.
La primera agresión seria a las tablas se produjo en 1960 con
la puesta en marcha del proyecto de “Saneamiento y Colonización
de los terrenos pantanosos de las márgenes de los ríos Guadiana,
Cigüela, Záncara y afluentes”, lo que supuso la canalización de
casi 200 Km. de cauces y la practica desaparición de las tablas
y vegas encharcadas asociados a ellos.
En los años 70 comienza la sustitución de los tradicionales
cultivos de cereal, olivo y vid de secano, por otros de regadío
como el maíz y la remolacha lo que provoca el descenso de las
aguas subterráneas y la consiguiente desaparición de fuentes y
manantiales.
Desde entonces se ha tratado de enmendar la situación con el
“Plan de Regeneración Hídrica” y el de Compensación de Rentas
Agrarias”, más conocido como “Plan de Humedales”, consiguiéndolo
solo en parte.
Entre la flora destacan las características formaciones de
masiega, formando lo que posiblemente sea el mayor masegar de
Europa Occidental. Las “ovas” son una planta subacuática que
tapiza el fondo constituyendo una fuente alimenticia de primer
orden para la fauna. Los tarayes son los únicos árboles que
encontraremos en el interior del parque gracias a su resistencia
a los suelos salinos. Especies como la enea mantienen una dura
batalla con otras más resistentes como el carrizo en las épocas
de sequía.
Las Tablas configuran un paisaje excepcional para la avifauna.
Algunas las utilizan para invernar como el pato cuchara, la
cerceta común o la garza real. Otras como lugar de nidificación
como el pato colorado y el porrón europeo, la garza imperial, la
garceta común, la garcilla bueyera y cangrejera, el martinete,
avetoro y avetorillo, el somormujo lavanco, el zampullín y el
fumarel. Otras, de paso y, algunas son sedentarias como el ánade
azulón o el aguilucho lagunero.
Anfibios como las ranas, común y de San Antonio, el gallipato y
el sapillo moteado. Reptiles como los galápagos, europeo y
leproso, la culebra de agua y la bastarda.
Peces autóctonos como el cacho, el calandino y la colmilleja.
Entre los mamíferos tenemos a la nutria como el mejor adaptado
al medio acuático, siendo habituales el tejon, zorro, jabalí y
conejo.
Abandona el viajero las tablas por el antiguo camino de
Molemocho a Griñon ascendiendo aguas arriba del Guadiana.
Pronto sale a una pequeña carretera sin apenas tráfico. La
anécdota la proporciona el conductor de un vehículo; de esos que
se venden por metros y una cara que reflejaba su sorpresa; boca
abierta, labio descolgado y humedecido por la saliva. Atónito
ante lo que veía: Uno –seguro que un loco- que pudiendo ir en
coche va en bicicleta, y con este frío. ¡¡¡Burrr!!!
Al fondo, nuestros ojos contemplan con agrado después de tan amplia llanura las estribaciones de los Montes de Toledo con la sierra de Calderina en primer término.
Villa Rubeum en el s. XI, Villarrubia de los Ajos en el s. XVI y Villarrubia de los Oxos del Guadiana en el s. XVIII, ahora ha perdido el segundo apellido y actualizado el primero. La primera interesada en esta villa fue la Orden de Monfranc, quien adquirió de la mano del rey Alfonso VII el castillo de Villarrubia en 1148, pasando después a la Orden de Calatrava. También en esta villa se produjo en 1466 un hecho que pudo cambiar la historia de España; fue envenenado D. Pedro Girón, maestre de la orden de Calatrava, cuando iba a contraer matrimonio con Doña Isabel, infanta de Castilla y la futura Isabel la Católica.
Puerto Lapice es una población tradicionalmente asociada al Quijote. Atribuye la sabiduría popular que Don Quijote fuera armado caballero en la venta de este lugar.
Llegar a Puerto Lapice, solo son diez y siete kilómetros, va a costar al viajero más de lo que piensa, el cansancio y como no, otra vez el viento le va a dificultar su propósito. Desesperante.¡Por fin Puerto Lapice! Punto final. Ochenta kilómetros que han parecido ochocientos. Maldito viento.
Salida: Almagro
Llegada: Puerto Lapice
Época: Todo el año.
Porcentaje de ciclabilidad: 100%
Dificultad: Baja
Distancia: 80 Km.