Cerca de las lagunas se encuentra Osa de Montiel y a tres kilómetros la Cueva de Montesinos, inmortalizada por los encantamientos que allí sufre Don Quijote. Refiere Cervantes en el capítulo XXIII-2ª parte como Don Quijote desciende al interior suspendido de una cuerda y encuentra a Durandarte “Flor y espejo de Caballeros Andantes”.
La intención del viajero era seguir por caminos y veredas. Ante la falta de señalización y sin mapas detallados opta por el trayecto más corto para llegar a Infantes: por Carrizosa.
Camino de Infantes va pensando el viajero en la historia de la comarca y como la presión almohade y la ruptura del sistema de alianzas entre cristianos y musulmanes, obligan a los reyes castellanos y leoneses a promover la creación de Órdenes Militares, a las que se les encomienda la defensa de la frontera y otorgan bastas posesiones territoriales.
El territorio que estamos recorriendo estuvo vinculado a las Órdenes de Santiago y Calatrava y a su forma de actuación, lo que en parte forjo en parte la peculiaridad de la Mancha. Fomentaron una economía concreta, con predominio de la ganadería, pero vinculada al sistema establecido por las Órdenes; donde vasallos y colonos por influencia de la corona aragonesa, podían acceder a la propiedad de la tierra. Una sociedad que vive en poblaciones que reflejan una trama urbana desarrollada al amparo de las fortificaciones.
A partir del s. XII la caballería se convirtió en todo un modo de vida, en un código de conducta donde era obligada la práctica de valores de justicia, equidad, lealtad, integridad, prudencia, generosidad y amabilidad. Este código de caballería lo conocía Don Quijote, estrafalario y anacrónico pero defendiendo valores intemporales y universales.
Y casi sin darse
cuenta, por buenas y solitarias carreteras recorre el viajero
los treinta tres kilómetros que lo separan de Infantes.
Villanueva, podría ser el mundialmente famoso “lugar de la
Mancha” con que comienza El Quijote, al menos es lo que asegura
una investigación realizada por un equipo multidisciplinar de la
Universidad Complutense de Madrid. Este equipo propone a la
localidad como lugar de comienzo de la aventura cuya
localización ha permanecido cuatro siglos sin determinar. El
estudio titulado “El Quijote como un sistemas de distancias
tiempos: hacia la localización del lugar de la Mancha” “…es un
interesante desafío implícito en el Quijote, como si Cervantes
hubiera propuesto un acertijo para poner a prueba el ingenio de
sus lectores…”.
En esta ciudad santiaguesa, enclave renacentista
y barroco, se respira por sus calles historia y cultura. Desde
el mismo momento en que el Infante Don Enrique de Aragón,
maestre de Santiago, le concede su carta puebla (documento
fundacional) empieza para la ciudad su momento de esplendor
llegando a ser cabecera de todo el campo de Montiel.
Ciudad
monumental con una importante riqueza arquitectónica que podemos
comprobar nada más comenzar un paseo por calles y plazas.
Descubriremos en sus fachadas más de doscientos escudos
nobiliarios, edificios como el Palacio de los Melgarejo del s. XVI y la Casa-Cuartel de los Caballeros de Santiago. Su
impresionante Plaza Mayor, de gran elegancia y armonía de formas
y planta rectangular. En su ángulo norte se encuentran la
iglesia de San Andrés del s. XVI y la casa rectoral, en el sur,
a un lado amplias balaustradas de madera sustentadas en zapatas;
al otro, equilibrados arcos de medio punto.
Digna de un sosegado
paseo es la calle de Cervantes. Cerca nos queda la casa de Don
Diego de Miranda, más conocida como la del Caballero del Verde
Gabán de mediados del XVI en la que Cervantes da cobijo a Don
Quijote. También aquí, en Infantes, Quevedo enseñó poética y
murió en una celda del convento de Santo Domingo.
Deja el viajero el asfalto para pisar la tierra roja de La Mancha, serán cerca de treinta kilómetros hasta descubrir la brillante cúpula y orgullosas torres de la iglesia del Cristo. Desmontado, con las posaderas doloridas, bajo los soportales de esta increíble plaza mayor de San Carlos, repasando sus notas y maravillado en la contemplación de esta enorme iglesia del Cristo, recapacita el viajero para sus adentros con la casualidad: treinta y tres son los kilómetros hasta Villanueva desde Ruidera; el camino recorrido, el del Cristo y se encuentra a los pies de la iglesia del mismo nombre.
Se despide el viajero, no sin antes meter entre pecho y espalda un par de vasos de vino y su correspondiente compaña, de San Carlos del Valle con su sobresaliente Plaza Mayor y su monumental iglesia del Cristo.
La Solana, importante cruce de caminos para los
ganaderos de La Mesta, se encuentra solo a poco más de catorce
kilómetros por una carretera que nos llevara casi en línea
recta.
Se conservan algunos monumentos esta época de esplendor como la
iglesia de los Trinitarios, la ermita de San Sebastián, el
palacio de los Condes de Casa Valiente sede de la oficina de
turismo, o algunas casas palacio como las de las calles
Empedrada, del Convente o Don Rodrigo.
Ya son setenta y ocho los kilómetros recorridos, cansados, muy cansados. El viento sigue sin amainar, incordiando, cuadruplicando el esfuerzo, hoy le ganamos, mañana puede ser favorable.
Salida: Ruidera
Llegada: La Solana
Época: Todo el año.
Porcentaje de ciclabilidad: 100%
Dificultad: Baja
Distancia: 78 Km.