IV Teruel-Venta del Moro
Preciosa carretera esta la N-330 si no fuera por su intenso tráfico, en especial de bañeras transportando el caolín que se extrae de las canteras de zona. Circularemos por un perfecto asfalto que hermanado con el Turia, se ciñe a sus meandros, encajonado junto al bosque de ribera por las paredes calcáreas del valle. Se suceden una tras otra las pequeñas poblaciones de la ribera, Villastar y Villel con su castillo encaramado sobre la propia carretera; Libros, recostado sobre la ladera en una cerrada curva del río. Mas de la Cabrera a la que no entramos y Mas de Jacinto. Torre Alta, Los Mudos y Torre baja, donde nos desviaremos por la carretera hermana N-330a, para entrar en Ademuz. Almorzamos con su alcalde Sr. Soriano antes de continuar río abajo, por uno de los tramos más interesantes del recorrido. El Turia se constriñe entre las calizas y los olmos, chopos y álamos se aprietan hasta parecer uno solo, la carretera tras dejar atrás las Casas; las Altas y las Bajas, no puede seguirlo y comienza una dura subida hasta el alto de Fuente Higuera y bajar a Santa Cruz de Moya. Y continuar subiendo, nos quedan otros 6,5 kilómetros para alcanzar este segundo puerto de la jornada.
Descendemos ya hacia Landete, donde hemos decidido comer como el año anterior en el hotel, perfecta la comida y el precio. La carretera con firme rizado unas veces y mas liso otras, continua entre pinos y carrascas buscando la vega del río Ojos de Moya, hasta alcanzarlo a la altura de Mira. El horizonte se oscurece y nosotros apretamos el paso, huele a humedad y el viento se arremolina a nuestro alrededor, no entramos en Jaraguas, no queremos mojarnos y nos dirigimos a Venta del Moro. El horizonte ha pasado del oscuro al negro, el viento levanta polvo de los campos y cae alguna gota suelta, de esas que son capaces de ahogar a un escarabajo. Retumba el cielo bajo los relámpagos y el asfalto se ilumina con un brillo raro, como grisáceo, nubes negras que dejan jirones de sus orondos vientres prendidos en las ramas de los pinos. Venta del Moro se encuentre cerca, pero quizá no lleguemos sin mojarnos.
Objetivo conseguido, cuando comienza a llover, estamos frente a una cerveza artesanal en el albergue a la espera de que preparen las habitaciones de la casa rural en la que vamos a pernoctar. La cena la resolvemos en un bar del pueblo, en el que la dueña nos obsequia con su mejor hacer.
En esta jornada también podemos distinguir dos tramos perfectamente diferenciados. El primero, de Teruel hasta más allá de Ademuz, siguiendo el Turia, perfecto asfalto, intenso tráfico y bonito paisaje. El segundo; hasta Landete, el asfalto continua en inmejorables condiciones y el paisaje cambia a media montaña. Hasta Moya, tiene tramos muy buenos y otros rizados, tónica que se mantendrá hasta Venta del Moro, pasando el paisaje a adehesado. Entre ambos, dos puertos para endulzar la jornada, en total 139 kilómetros y 1.200 metros de desnivel acumulado.