VII Calasparra (Pantano del Argos) – Caravaca
Día de puro trámite, nuestra misión, llegar a la hora que se nos espera; las once de la mañana. Tras haber recorrido casi ochocientos kilómetros no íbamos a llegar tarde. Y como no, allí estábamos, sentados en la plaza del Arco cuanto todavía no habían dado las diez y media. Nos sorprenden Domingo Aranda y varios de sus concejales, con los que tomamos un café, antes de subir al Santuario donde nos esperan los medios de comunicación.
Como ya hemos mencionado, han sido ochocientos kilómetros entre Pamplona y Caravaca y siete mil metros de desnivel acumulado sin un solo contratiempo. Siete días de pedaleo para recorrer por carretera el Camino de la Vera Cruz, unos ciento diez kilómetros de media diaria. La velocidad media tampoco ha sido muy alta, nuestro propósito unos 20 km/h. Creo que lo hemos conseguido. Pensarán muchos que no son demasiados los kilómetros diarios y que la velocidad media tampoco lo es, pero nuestra filosofía es mas de bocadillo de jamón que de barrita de cereales y nos hidratamos mejor frente a unas cervezas que con productos isotónicos.
Y aquí estamos, frente a la Sagrada Reliquia, cada uno con sus pensamientos mientras el párroco la extrae de su relicario para que podamos besarla. La devoción y la fe es cosa de cada uno, pero el camino deja una profunda huella en todo peregrino, independientemente de sus convicciones religiosas. El Camino une, te hace partícipe de una comunidad universal que te sitúa por encima de credos, diferencias culturales o intereses políticos, en la que lo único verdaderamente importante es el ser humano. Todos hemos realizado el recorrido como un camino de peregrinaje, hasta la Vera Cruz y hacia nosotros mismos.