Hoy comenzaremos nuestro paseo en Blanca, en el   Valle de Ricote junto al Segura; la que se llamó Negra hasta bien   entrado el siglo XIV, quizá por el color del la sierra de del Solán   sobre la que se recuesta el caserío en constante amenaza por los   derrumbes que una serie de mallas intentan detener. No sabemos a ciencia   cierta el motivo por el que cambio el nombre pero así aparece ya en un   documento del Concejo de Murcia en 1383. Quizá en el cambio tubo algo   que ver doña Blanca de Castilla y su abandono por Pedro I y la defensa   que de ella hicieron don Fadrique, maestre de la Orden de Santiago y   Sancho Sánchez de Moscoso, comendador de Ricote. 
                        
                        
                        
                          Dejamos el coche junto al Segura y montamos las   bicis. Comenzamos a pedalear por la margen izquierda del río, que   obligado por la sierra, forma un gran arco constriñendo la villa.   Continuamos por el Parque de las Cuevas y por el barrio del Café   llegaremos al mirador de Bayna, Baina o Beina que de cualquiera de las   maneras podemos llamarle. Se trata de una pasarela de hormigón y metal   en el que una serie de de vigas tubulares y tirantes semejan una   estructura colgante en voladizo sobre el azud de Ojos. Las vistas del el   embalse, el estrecho del Solvente y las sierras de Ricote, Oro y Solán   bien merecen la visita.
                        
                        
                        
                          Encaminarse hacia las aguas del azud no es tarea   fácil, una serie de huertas y fincas valladas impiden el paso, entre   ellas la Casa de la Molineta (color azul) y la de la Favorita (color   granate). La presa se construyo con la finalidad de aumentar el volumen   de agua para regadío y derivar la del trasvase Tajo-Segura por dos   canales, el derecho hacia Lorca y tierras de Almería y el izquierdo   hacia las de Alicante. Ante las dificultades optamos por seguir un   camino que forma parte del sendero de la hoya de San Roque y que nos   llevará a través de la umbría del Alto del Solvente y sierra de la   Navela hasta la ermita. Al principio tendremos que superar fuertes   rampas que llegan a alcanzar el 12 por ciento, pero poco después   suavizan y se mantienen entre el 5 y el 6 por ciento hasta llegar al   mirador de la Naveta. Volvemos a disfrutar aquí de unas magnificas   vistas de esta parte del valle y de las sierras aledañas. Comenzamos a   descender hacia la ermita de San Roque, pequeño edificio que data de la   primera mitad del siglo XVIII y sede del patrón de la ciudad. Su romería   se celebra el viernes siguiente a Viernes Santo.
                        
                        
                        
                          Bajamos ahora hacia la carretera (MU-553) para   pasar junto a la subestación eléctrica y subir por un pino sendero algo   deteriorado hasta una pista en perfecto estado que recorre la solana de   la sierra del Solán en dirección a Blanca. Ahora escasean los pinos y el   esparto se enseñorea del terreno. Seguimos las marcas de PR (pequeño   recorrido) a sabiendas que no tendría salida, pero decidimos investigar   un poco. Al principio la pista de la derecha nos lleva hasta un deposito   de aguas donde finaliza. Una segunda, esta por la izquierda, nos lleva   hasta unas mallas colocadas para paliar los efectos de los derrumbes   sobre el barrio de Bayna y que impiden el paso. Regresamos hasta la   pista principal que baja junto al cementerio dejándonos en Blanca.   Decidimos continuar con un pequeño paseo por la población visitando el   ayuntamiento, la iglesia parroquial de San Juan Evangelista, edificada   en el siglo XVI en cuyo interior se encuentra una talla de Cristo atado a   la columna, atribuida a Roque López, discípulo de Salzillo. No   encontramos un buen acceso a Peña Negra donde se encuentran los restos   del castillo, construido en época musulmana allá por el siglo XI o XII. Y   para los posibles interesados, hacia mitad de agosto, se celebran   encierros.
                        
                        
                        Mariano Vicente, diciembre de 2017.