Parque Natural de las Salinas de Santa Pola
Las Salinas


Parque Natural de las Salinas de Santa Pola

De historia compartida con el del Hondo, será a finales del s. XIX y principios del XX cuando se produce la gran trasformación de este espacio natural a consecuencia de la instalación de las explotaciones salineras. Las salinas comenzaron a funcionar en 1890 en el Pinet y posteriormente en el Braç del Port.

El Parque

El parque tiene una extensión de 2.470 hectáreas, en su mayor parte ocupado por las propias balsas salineras, que le confieren un especial atractivo debido a su vistosa coloración rosada, de mayor o menor intensidad según su concentración salina.
Las salinas mediterráneas suscitan un gran interés biológico, debido a que el agua de mar no se detiene durante el invierno. Las balsas permanecen inundadas durante todo el año, por lo que el ecosistema se mantiene, las aves se alimentan de peces e invertebrados que penetran en las salinas y estas se benefician de la riqueza mineral aportada por los excrementos de las aves.

El Parque está formado por diversos ecosistemas bien diferenciados que interactúan entre sí.

El litoral, con su cordón arenoso formado por tres tipos de dunas: las fijas, con vegetación de repoblación, especialmente de pinos y eucaliptos plantados a principios del s. XX. Las semifijas, donde la vegetación es escasa, predominando las especies adaptadas a la arena. Y por último las móviles, más escasas y sin vegetación, que son desplazadas por el viento.

Las balsas salineras forman su propio ecosistema, al igual que los cinturones de saladar que las rodean, con especies de sosas especialmente adaptadas a la alta salinidad del suelo. Finalizando con las estepas salinas que rodean a su vez a los saladares, con endemismos propios como la saladilla de Santa Pola.

En relación a las aves del parque, podemos decir que es una importante zona de nidificación, en especial para la avoceta, la cigüeñuela, el charran, el chorlitejo, el tarro blanco y la cerceta pardilla, esta última en peligro de extinción. Las anatidas son abundantes, al igual que el flamenco, de los que llegan a concentrarse más de 8.000 individuos. Tampoco son difíciles de ver aves ligadas a ecosistemas húmedos, como el aguilucho lagunero.

Mariano Vicente. Murcia, octubre de 2011

Información

Guía Práctica

 

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